lunes, 1 de marzo de 2010

Pequeñas bolas de amor


Es algo que llega la corazón: ver animales abandonados. Más aún si son animales pequeños o crias. Eso nos pasó a mi esposa y a mi cuando íbamos a casa de mi mamá a media tarde. Alguien había dejado en el camino a cuatro gatitos. Y digo "alguien" cuando debo decir "algo", porque sólo un ente sin corazón el que se atrevió a dejar a su suerte a cuatro pequeñas criaturas indefensas. Nuestra reacción al acercarnos fué de tristeza ¡pobres criaturitas, tan solas, tan desvalidas!. No lloraban,tal vez pensaban que su mamá iria pronto a llevarlos a casa. Tenían ya sus ojitos abiertos y nos miraban con curiosidad, no con miedo. Eran dos gatitos blancos, un gatito amarillo y un gatito tricolor. Mi primer pensamiento fué llevarlos a todos a casa, pero la voz de la razón de mi esposa me hizo ver que ya teníamos en casa a dos gatos y que cuatro más -y sobre todo pequeños- sería muy dificil adaptarlos a nuestra casa. Sólo pude asentir y seguir a casa. No me atreví a mirar atrás y me llenó un sentimiento de culpa al dejar a los gatitos abandonados. Al llegar a casa de mi mamá mi conciencia me seguia remordiendo y le platicamos lo que vimos. Mi mamá nunca ha sido afecta a los animalitos -si no son para comer ni los toma en cuenta-, así que me sorprendió escucharla decir "¡pobrecillos! ¡traelos para acá!". Antes que llegara a cambiar de opinión, fui de regreso a donde habiamos visto a los gatitos. Casi en la oscuridad me puse a buscarlos y lamentablemente sólo pude encontrar a dos. Rebusqué por los alrededores, pero no había rastro de los otros gatitos. Ojalá que alguien se los haya llevado -pensé-. Así que tomé a los dos restantes: un blanquito y un amarillito, que protestaron un poco por sacarlos del rincón donde estaban acurrucados. Los llevé a casa, abrazados a mi pecho y sintiendo por primera vez su rornrroneo, tan suave que desde ese momento me robaron el corazón...
Esta primera parte, aunque un poco triste, es el inicio de una relación maravillosa con Lucio y Tamaro, algunas aventuras de ellos las contaré en otra ocasión. Saludos.

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